La Comisión Europea ha adoptado nuevas normas para hacer que los electrodomésticos sean más sostenibles. Unas medias que introducen, por primera vez, reglas para la reparabilidad y la reciclabilidad de este tipo de productos.
Televisores, refrigeradores, lavadoras o lavavajillas dispondrán de nuevas medidas de diseños ecológicos para reducir tanto el impacto en el medioambiente como la factura energética de los ciudadanos europeos, como recoge el comunicado.
Estas normas incluyen, por primera vez, medidas enfocadas a la reparabilidad y la durabilidad de los electrodomésticos. En este sentido, y con el objetivo de incrementar la vida útil de los productos, las piezas de repuesto deberán estar disponibles «durante un largo período de tiempo después de la compra».
Este periodo se refiere, por ejemplo, a siete años «mínimo» para los refrigeradores o diez en el caso de lavadoras y lavavajillas domésticos.
Mayor vida útil de los electrodomésticos
«Los nuevos requisitos de reparación ayudarán a mejorar la vida útil de los electrodomésticos del día a día que actualmente fallan muy rápido», ha expresado la directora de la Asociación europea de consumidores, Monique Goyens.
Las medidas van encaminadas también a mejorar el mercado de reparaciones, y para ello, los fabricantes deben asegurar la disponibilidad de información sobre la reparación y el mantenimiento para los reparadores profesionales.
Los fabricantes también deben entregar las piezas de repuesto en un plazo de 15 días hábiles. Estas piezas de repuesto, además, «se pueden reemplazar con el uso de herramientas comúnmente disponibles y sin daños permanentes para el electrodoméstico».
«Tendencia al desperdicio»
Goyens ha remarcado que «es crucial que descartemos la actual tendencia al desperdicio, que agota los recursos naturales y vacía los bolsillos de los consumidores».
Las medidas aprobadas a principios de octubre, junto las adoptadas el pasado mes de marzo, permitirán un ahorro energético de 167TWh anuales para 2030, según estimaciones de la Comisión. Es, como explican, el equivalente al consumo de energía anual de Dinamarca, y supone una reducción de 46 millones de toneladas de CO2.
El impacto económico para los bolsillos de los consumidores europeos supondrá, según las estimaciones, el ahorro de 150 euros de media al año.